Gordita, irreverente, graciosa y sobre todo: natural. Quizás por eso me ha enganchado tanto el personaje de Hannah Horvath en la serie Girls. Porque no es normal ver escenas de sexo en los que una chica con el pecho pequeño y algunos michelines se muestre como lo somos cualquiera de nosotras en la vida real. Porque no lo es tampoco ver cómo en muchas ocasiones hemos dependido de nuestros padres para poder tener ese trabajo que nos permitía (o que parecía permitirnos) hacer cumplir nuestros sueños profesionales. Porque se muestran de cerca, sin tapujos y de una forma muy cómica los fracasos, los miedos y lo patéticas que resultamos muchas veces. Y verlo tan claramente, sentirnos tan identificadas y al mismo tiempo reirnos con ello mola mucho.
Y como siempre, llego tarde pero declaro fan de Lena Dunham y totalmente adicta a Girls.
Si, como yo, sois de las despistadas que aún no os habíais enganchado a esta serie, ya tenéis una de esas que os acompañarán cada noche a la cama... Bueno, al menos esas en las que no os quede más remedio que dormir solas.