Roma me sorprendió. Tengo que reconocer que no esperaba demasiado de ella. Tanto grupo de turistas de crucero agolpado sobre los momumentos, guías con paraguas y tiendas de souvenirs me hacían resistirme a visitar esta ciudad. Elegí un buen momento, creo. Uno de esos fines de semana fuera de las temporadas altas que me permitió patearme la ciudad de arriba abajo sin necesidad de pelear por acercarme a los puntos de interés turístico de la ciudad.
Como era de esperar, admiré, aún más que sus monumentos, la arquitectura, los colores, la decadencia y la mezcla de estilos que se imponen en sus casas y cada esquina de sus calles.
Me sorprendió la amabilidad de su gente. Adoré sus pizzas y busqué los sitios que parecían repletos de gente local, más que de turistas. No fueron los sitios más bonitos ni los más céntricos. Pero acerté.
Aquí la primera entrega de 48 horas en Roma:
Fotografía: Mercedes Pérez. Enero 2013