Recuerdos. Este verano ha estado repleto de ellos.
He recordado, ayudada por experiencias, vivencias y emociones completamente nuevas. Seguramente, los recuerdos se vuelven más claros, más vivos, cuando los vemos desde otra perspectiva. Cuando somos capaces de atrevernos a vivir otra realidad. Cuando le echamos valor y dejamos atrás nuestra estabilidad, nuestra comodidad, nuestra rutina y nos permitimos por fin soñar como nunca lo hemos hecho.
Este verano me ha servido para darme cuenta de que los recuerdos no siempre han de ir asociados a la melancolía; muchas veces simplemente despiertan un sentimiento que estaba latente... y que está a punto de cambiarlo todo, porque, definitivamente, estaba ahí, esperando a que llegara este momento.
Falcon es una marca que despierta en mí ese sentimiento, o más bien ese recuerdo. Recuerdo a los cacharros de cocina de mi abuela. Recuerdo a otros veranos. Recuerdo a comidas después de la playa, recuerdo a la arena en los pies y el olor a sal. Recuerdo de personas que ya no están con nosotros y que también estaban en aquella cocina. Deberíamos dejarla como estaba... No volver a pasar por allí y que el recuerdo permanezca.
Volveremos a recordarlo cuando tengamos en nuestras manos objetos como este. Y haremos con el recuerdo solo lo que nosotros queramos hacer.
Estoy de vuelta.
Un poco menos joven (hoy cumplo 30 años), pero un poco más soñadora que de costumbre.
Más joven, al fin y al cabo :)
Fotos: Mercedes Pérez