Una de las cosas que aprendí de mis clases de fotografía es que nunca debes disparar 10 veces seguidas al mismo objeto. Tienes que estudiarlo, ver qué quieres conseguir e intentar que salga sólo una foto.
De lo contrario puedes encontrarte con 800 fotos en RAW de una sóla tarde, y luego a ver quién es el guapo que va una a una seleccionando cuál está ok y cuál no.
Además, vamos acumulando una cantidad innecesaria de archivos muy pesados y muy poco prácticos, que solo se pueden abrir con Photoshop.
Desde aquella lección intento disparar menos y mirar antes muy bien qué es lo que quiero. Aún así, siempre quedan algunas imágenes que no consiguen transmitirte lo que querías después incluso de editarlas.
Con éstas lo que hago es dejarlas cómo estaban y volver a editarlas días, semanas o meses después. Muchas veces me sorprende que lo que no me gustó en su día, ahora tiene su encanto. Quizás es por el recuerdo de aquel momento o porque sacadas de contexto son más bellas que junto a la serie a la que pertenecen.
Todas estas son de este verano. Y todas juntas me parece que tienen un sentido, aunque fueron tomadas en distintos lugares, días que nada tienen que ver los unos con los otros. Restos de series completas. Restos de un verano que agoniza, que documentan a la perfección la tranquilidad de los meses pasados.
Fotos: Mer
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